La escarificación del cocodrilo en el Sepik: un rito ancestral que desafía al tiempo y la modernidad

En la aldea de Parambei, la fragmentada luz que penetra a través del desgastado techo de paja de «la casa de los espíritus» revela las cicatrices onduladas en el pecho de varios varones iniciados. Estas marcas no son meros adornos, sino signos de un rito de paso ancestral que se celebra a lo largo del río Sepik, en el norte de Papúa Nueva Guinea. En este lugar, las casas espirituales, conocidas como Haus Tambaran, son los centros de un sistema de creencias que venera a los espíritus animales, con el cocodrilo como figura central de poder.
El rito de la escarificación
La ceremonia de escarificación de cocodrilo es una de las más extremas del mundo. Durante este ritual, los hombres jóvenes del Sepik reciben cortes profundos en la espalda, los hombros y el torso superior con cuchillas de afeitar, dejando cicatrices que imitan la piel de un cocodrilo. «Los niños son llevados a la casa del espíritu por sus tíos para que los corten. Puede tomar una hora o dos», explica Aaron Malingi, consejero jefe de Parambei. Antes, el corte se hacía con bambú afilado, una práctica que, a pesar del dolor intenso, se considera esencial para la transición a la adultez.
«Algunos niños se desmayan del dolor», revela Malingi. «Los hombres mayores tocan flautas sagradas para calmarlos, y los tajos son cubiertos con aceite de árbol y arcilla blanca del río para prevenir infecciones». Este doloroso proceso simboliza la purga de la sangre materna y la adquisición de la propia sangre adulta, un corte metafórico de las cuerdas del delantal de la madre.
La vida después del rito

Tras la escarificación, los jóvenes pasan varios meses dentro de la casa de los espíritus, donde aprenden habilidades cruciales para su vida adulta. «Obtienen conocimiento de los espíritus de la aldea: cómo pescar, tallar y cómo mantener a su esposa y su familia», dice Malingi. En la cosmovisión de los habitantes del Sepik, el cocodrilo es un símbolo de poder. «Les tememos, pero sacamos energía de ese poder», explica Malingi, quien también menciona un mito local que sugiere que la gente Sepik descendió de los cocodrilos y emergió del río como humanos.
Tradiciones en transformación
A lo largo de un viaje de cuatro días en barco por el Sepik, se puede observar cómo esta costumbre de escarificación sigue vigente en algunas comunidades, especialmente entre los hablantes de lenguas Iatmul. Sin embargo, la práctica ha desaparecido en otras áreas debido a la influencia de la iglesia cristiana. En aldeas como Kaminimbit, la evangelización que comenzó con la llegada de los alemanes en 1885 ha dejado su marca, transformando el Haus Tambaran en un club social en lugar de un sitio de ceremonias.
En la aldea de Wombun, los hombres mayores aún llevan las marcas de iniciación, pero la ceremonia está desapareciendo. «Los misioneros se oponían», explica Simon Kemaken, un maestro de escuela primaria. Además, el alto costo de la ceremonia es un impedimento significativo para las familias.
Resiliencia en Parambei
A pesar de la influencia de la iglesia católica, la escarificación sigue siendo una práctica casi universal en Parambei. «El espíritu siempre ha sido fuerte en nuestra aldea», afirma Malingi. Aunque reconoce que los misioneros han influido en otras prácticas, como la caza de cabezas, la tradición de la escarificación persiste.
Con orgullo, Malingi anuncia que la próxima ceremonia masiva de escarificación tendrá lugar en noviembre. «Es importante que continuemos esto en Parambei», insiste. «Nos da un sentido de vida. Después de que los hombres han sufrido el dolor de los cortes están preparados para cualquier cosa en la vida».