Ka’a Yari: La diosa guaraní de la yerba mate
Ka’a Yari, la mítica diosa guaraní de la yerba mate, símbolo de generosidad y cuidado de la naturaleza, revive en esta representación artística que conecta leyenda y tradición. Un homenaje visual a la guardiana del monte y la planta sagrada que acompaña rituales y costumbres de los pueblos originarios.

En el corazón de las selvas guaraníes, donde los árboles murmuran leyendas al viento y la bruma envuelve los senderos, vive la memoria de Ka’a Yari, la diosa protectora de la yerba mate, la planta sagrada que dio identidad y alma a un pueblo.
Un regalo de los dioses al mundo
Para los antiguos guaraníes, la yerba mate no era solo una planta: era un don divino, un vínculo con lo sagrado, un símbolo de amistad, hospitalidad y resistencia. Según la tradición, Ka’a Yari era un espíritu femenino del monte, una deidad benévola y bella que observaba a los humanos desde las sombras verdes de la selva.
La leyenda dice que su compasión por la humanidad conmovió a Tupã, el dios supremo, quien le permitió transformarse en planta para ofrecer un regalo eterno a los hombres: la yerba mate, capaz de calmar el hambre, dar vigor y reunir a las personas en torno al fuego y la palabra.
Desde entonces, Ka’a Yari es la guardiana de los yerbales, protectora de quienes cultivan y respetan la naturaleza, pero también severa con quienes la destruyen o profanan el equilibrio del monte.
La planta que une a los pueblos

El legado de Ka’a Yari sobrevivió a los siglos, más allá de la colonización, las guerras y el olvido. Hoy la yerba mate no es solo un producto de consumo: es un ritual cotidiano en Argentina, Paraguay, Brasil, Uruguay e incluso en Medio Oriente, donde la inmigración llevó su costumbre.
Cada ronda de mate, cada termo cargado en la ruta, cada cebada compartida en una plaza, revive —aunque nadie lo sepa— el gesto ancestral de Ka’a Yari: unir, alimentar, cuidar.
La mirada moderna: ¿qué nos dice hoy Ka’a Yari?

En tiempos de agroindustrias, desmontes masivos y debates sobre sustentabilidad, la figura de Ka’a Yari vuelve a tener sentido. Su leyenda es un recordatorio de la relación íntima y respetuosa que los pueblos originarios tenían con la tierra, mucho antes de que existiera la palabra «ecología».
Tal vez este mito sea más actual que nunca: nos advierte que la abundancia de la naturaleza no es eterna si no es cuidada, y que todo don trae consigo una responsabilidad.
Referencias (APA):
Chamorro, G. (2000). Mitos y leyendas guaraníes. Asunción: Servilibro.
Meliá, B. (1986). El guaraní conquistado y reducido. Asunción: CEADUC.