Ciudades al rojo vivo: el desafío del calor extremo y los incendios urbanos en América Latina

Las ciudades latinoamericanas enfrentan olas de calor e incendios cada vez más intensos. El efecto isla de calor urbano y la falta de planificación agravan el problema. Más áreas verdes, techos vivos y coordinación regional son claves para un futuro sostenible. ¿Cómo transformamos el calor en resiliencia?

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Av. Paulista, São Paulo (Adobe Stock)

Las ciudades de América Latina y el Caribe concentran cerca del 80 % de la población regional. Son el núcleo de la vida institucional, económica y cultural. Pero también están en el centro de una crisis silenciosa: el aumento del calor extremo y los incendios forestales que afectan áreas urbanas, fenómenos cada vez más frecuentes y destructivos.

El efecto isla de calor urbano

Este fenómeno, conocido como Urban Heat Island (UHI), ocurre cuando el concreto, el asfalto y otras superficies artificiales absorben y reemiten calor con mucha más intensidad que las áreas naturales. Las construcciones densas, la escasa ventilación y la concentración de actividades humanas intensifican aún más las temperaturas urbanas.

En las principales ciudades latinoamericanas, esto puede traducirse en hasta 8 °C más que en las zonas rurales cercanas (Sarricolea et al., 2019). Y lo que hoy parece extremo, en 2050 podría ser la norma: algunas ciudades sudamericanas enfrentarán entre cinco y diez veces más días de calor extremo al año (Kephart et al., 2022).

El impacto va mucho más allá del termómetro. Las altas temperaturas afectan la salud —en especial de niños y personas mayores—, dificultan la actividad económica y aumentan la propagación de enfermedades transmitidas por insectos, agua o alimentos.

Incendios: una amenaza creciente

Destrucción de la selva amazónica para la construcción de nuevas viviendas, consecuencia indirecta de la construcción de carreteras y puentes en Manaos, cerca de Iranduba, Amazonas, Brasil. Deforestación de la selva. (fuente: Adobe Stock)

Entre 2015 y 2018, 152 países del mundo vieron un aumento en los días con personas expuestas a incendios forestales en comparación con los primeros años del siglo XXI (Watts et al., 2021). En América Latina, estos incendios a menudo comienzan en zonas rurales o periurbanas y terminan afectando barrios enteros, especialmente asentamientos informales donde las viviendas están muy juntas y construidas con materiales inflamables.

Las consecuencias son múltiples: desde la pérdida de vidas y hogares hasta daños en la salud por el humo y las partículas en suspensión. A esto se suma la deforestación, el riesgo de deslizamientos de tierra y la interrupción de vuelos por baja visibilidad.

Soluciones verdes y políticas inteligentes

Frente a este panorama, los expertos proponen una serie de acciones urgentes:

  • Renaturalizar las ciudades: incorporar parques, árboles y techos verdes. En Ciudad de México, un parque urbano de 2.500 m² puede reducir la temperatura hasta 5,3 °C. En Río de Janeiro, techos verdes bajaron en 20 °C la temperatura interior de viviendas sin aire acondicionado durante olas de calor (Oliver et al., 2021).
  • Actualizar los códigos de edificación: integrar materiales y diseños que favorezcan el enfriamiento pasivo y el aislamiento térmico, adaptados al contexto local.
  • Sistemas de alerta temprana: advertencias con al menos 24 horas de anticipación pueden marcar la diferencia en la preparación y respuesta ante olas de calor e incendios.
  • Coordinación institucional y comunitaria: muchas veces, la gestión de áreas verdes o zonas forestales depende de distintos niveles de gobierno. Por eso, es clave promover la colaboración entre actores públicos, privados y sociales.

Tecnología al servicio del urbanismo

El BID ha desarrollado herramientas como URSA, un software inteligente que permite identificar y mapear las islas de calor urbanas. Con este tipo de información, las ciudades pueden tomar decisiones más informadas y eficaces para enfrentar el cambio climático. En Montevideo, por ejemplo, se ha utilizado esta tecnología para planificar intervenciones que aumenten la resiliencia urbana.


Reflexión final:
La lucha contra el calor extremo y los incendios en América Latina no es una batalla aislada. Requiere planificación urbana, inversión pública, participación comunitaria y voluntad política. Las ciudades pueden convertirse en aliadas del clima, pero para eso deben ser rediseñadas con inteligencia, sensibilidad social y enfoque ambiental. No es ciencia ficción: es una necesidad urgente.


Referencias

  • Sarricolea, P. et al. (2019).
  • Kephart, J. et al. (2022).
  • Watts, N. et al. (2021).
  • Oliver, J. et al. (2021).
  • Ramos-Palacios, G. et al. (2024).
  • Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Blog Ciudades Sostenibles.

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