Piratería cinematográfica: entre la euforia de los fans y los desafíos de los estudios
La piratería de *Wicked* desata un debate entre el daño económico y su potencial como promoción. Clips de Cynthia Erivo cantando *Defying Gravity* y reacciones de fans inundan redes sociales, reflejando un cambio post-pandemia en la relación del público con el cine: ¿contenido gratuito o amenaza a las normas y la industria?
La escena final de Wicked, donde Cynthia Erivo se eleva triunfante mientras interpreta Defying Gravity, ha causado furor. Es un espectáculo que arranca lágrimas y aplausos en el cine, pero que también puede disfrutarse sin pagar una entrada: el clímax de esta primera parte del musical ya circula libremente en plataformas como TikTok y X, alimentando la tendencia de compartir contenido pirateado desde las salas de cine.
La película, que solo lleva cinco días en cartelera, ya ha generado millones de visualizaciones en videos caseros donde los fans capturan momentos emblemáticos, como el cameo de Idina Menzel y Kristin Chenoweth (las Glinda y Elphaba originales de Broadway) o la interpretación cómica de Ariana Grande en Popular. Algunos usuarios incluso intentan imitar las notas imposibles de Erivo, mientras que otros etiquetan estas publicaciones como spoilers.
¿Un problema o una estrategia?
Este fenómeno no es exclusivo de Wicked. Escenas de películas como Gladiator II o Queer también inundan las redes, y aunque los estudios tienen equipos dedicados a combatir la piratería, su enfoque está más orientado a evitar la distribución de películas completas en plataformas de torrents. Luchar contra la marea de clips en redes sociales se vuelve casi imposible.
Sin embargo, algunos expertos ven esta piratería como una forma moderna de promoción. Videos que muestran las reacciones emocionadas de los espectadores tras ver Wicked inspiran a otros a vivir esa experiencia en el cine, lo que podría traducirse en mayor asistencia. Un gurú del marketing comparó estas publicaciones con las campañas tradicionales donde se grababan las expresiones aterrorizadas del público durante el preestreno de una película de horror.
El dilema ético y la respuesta de la industria
Aunque algunos celebran este fenómeno como una nueva forma de interacción cultural, no todos están de acuerdo. Cadenas de cines como Alamo Drafthouse han respondido con humor sarcástico a las publicaciones, recordando que grabar en salas de cine sigue siendo ilegal. Otros, como el guionista Nic Curcio, ven esta tendencia como una oportunidad para exponer el mal comportamiento en las salas.
Por otro lado, la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos estima que la piratería causa pérdidas de 30.000 millones de dólares anuales y afecta unos 250.000 empleos. En este contexto, la línea entre promoción y perjuicio económico se difumina.
Un cambio en el comportamiento post-pandemia
Según expertos de la industria, la pandemia marcó un cambio radical en la relación de los jóvenes con el contenido audiovisual. Para ellos, todo es contenido, desde un video en TikTok hasta una película en el cine. Esto ha llevado a un aumento en el uso de teléfonos durante las proyecciones, desafiando normas tradicionales del comportamiento en las salas.
Producciones como Deadpool & Wolverine han fomentado esta práctica, intencional o no, al interactuar con contenido pirateado en redes sociales durante su estreno. Aunque el director Shawn Levy y el actor Ryan Reynolds han negado apoyar estas acciones, su impacto en la cultura del cine es innegable.
Elphaba desafía la gravedad, pero no las normas sociales
Al final, mientras Elphaba vuela por los cielos de Oz, el debate sobre la piratería y su impacto en la industria sigue en tierra firme. ¿Es esta práctica una amenaza para el cine o una evolución natural de su promoción? La respuesta, como el desenlace de Wicked, dependerá de cómo se maneje este fenómeno en el futuro.