Día Mundial de las Frituras: Un homenaje dorado y crujiente

El Día Mundial de las Frituras celebra la técnica culinaria que transforma alimentos en delicias crujientes. Con raíces en el Fritters Day estadounidense, este día resalta el placer de disfrutar frituras equilibradamente, desde buñuelos hasta tempuras, recordándonos que la comida, más allá de los debates, es cultura, tradición y disfrute.

frituras

Cada 2 de diciembre, los amantes de la gastronomía crujiente y sabrosa celebran el Día Mundial de las Frituras, una fecha que tiene su origen en el Fritters Day, una celebración no oficial nacida en Estados Unidos. Este día, inicialmente dedicado a los «fritters» —esos bocados de frutas, verduras o carne rebozadas y fritas—, se ha convertido en una excusa perfecta para rendir homenaje a una técnica culinaria que conquista paladares en todo el mundo.

El arte de freír: más allá del rebozado

La fritura, aunque a veces mirada con recelo por cuestiones de salud, es una técnica ancestral que ha dejado su huella en prácticamente todas las culturas. Desde las tempuras japonesas hasta los churros hispanoamericanos, pasando por las pakoras de la India o las crujientes papas fritas belgas, la fritura transforma los alimentos en delicias doradas y apetitosas.

En el caso de los fritters estadounidenses, estos abarcan una amplia variedad de recetas. Se pueden encontrar desde las versiones dulces, como los fritters de manzana con un toque de canela y azúcar glas, hasta las saladas, con ingredientes como maíz, calabacín o camarones.

Estados Unidos y su amor por la fritura

Hablar de frituras y no mencionar a Estados Unidos sería un pecado culinario. Este país no solo popularizó clásicos como las alitas de pollo fritas o los aros de cebolla, sino que también elevó la fritura a otro nivel con creaciones tan excéntricas como el helado frito o las Oreos fritas, que suelen brillar en ferias y festivales locales. Este amor por lo frito, sin embargo, va de la mano con un debate constante sobre los efectos de la comida chatarra en la salud pública, un tema especialmente relevante en una nación con altos índices de obesidad.

¿Por qué celebrar un Día Mundial?

El Día Mundial de las Frituras no solo resalta el placer gustativo, sino que también invita a reflexionar sobre la importancia de disfrutar la comida de manera equilibrada. Aunque el consumo excesivo de frituras no es lo más saludable, incluirlas ocasionalmente como parte de una dieta variada y en su versión casera, con aceites de calidad, puede ser una experiencia deliciosa y hasta nostálgica.

Cómo sumarte a la celebración

Celebrar este día es sencillo y divertido. Podés intentar preparar tus propias frituras en casa, experimentando con recetas clásicas o creando combinaciones nuevas. Desde un simple buñuelo hasta un sofisticado tempura, las opciones son infinitas. Además, esta es una gran oportunidad para compartir momentos con familia o amigos en torno a una mesa llena de delicias crujientes.

Reflexión final: más que un capricho

El Día Mundial de las Frituras nos recuerda que la comida también es cultura, placer y tradición. Aunque a veces criticada, la fritura tiene un lugar especial en nuestra historia culinaria. Entonces, ¿por qué no darnos el gusto de disfrutar un bocado crujiente sin culpas, al menos por hoy?

En este día, dale un mordisco al dorado placer de las frituras y recordá que, como todo en la vida, el secreto está en el equilibrio. ¡Feliz Día Mundial de las Frituras!


Y como esto toca una fibra sensible en mí les dejo este postre que es una bomba de sabor! Y no solo eso, hacerlo es una aventura. Así es como lo preparo, con todo el amor que merece.

Primero, empiezo con el helado. Hay que trabajar rápido porque el calor no perdona. Tomo unas bolas bien firmes de helado (mis favoritos son vainilla o crema americana, pero podés elegir el que más te guste) y las dejo en el freezer mientras preparo el resto. El truco está en que queden bien congeladas.

Después, armo un rebozado bien rico y crocante. Mezclo pan rallado con un poco de coco rallado o frutos secos triturados (le da un toque espectacular). Paso cada bola de helado por huevo batido y después por la mezcla de rebozado, asegurándome de cubrir todo. Esto lo repito dos veces para que quede una capa gruesa y bien crujiente. Vuelvo a meter las bolas de helado al freezer hasta que estén durísimas.

Ahora paso a las bananas. Elijo las que están maduras, pero firmes. Las pelo y las corto en rodajas gruesas o las dejo enteras si quiero algo más vistoso. Las paso por una mezcla de harina, un poco de azúcar y una pizca de canela (porque, admitámoslo, la canela siempre mejora todo).

Llega el momento de freír, y acá es donde la magia ocurre. Primero las bananas, en aceite bien caliente. Las saco cuando están doradas y crocantes por fuera, pero tiernas por dentro. Luego, viene lo mejor: las bolas de helado. Esto es rápido, solo unos segundos en el aceite hirviendo, lo justo para que el rebozado quede dorado sin que el helado se derrita.

Armo el plato con las bananas como base, encima el helado frito y un toque final de miel, chocolate derretido o una lluvia de azúcar glas. A veces, si estoy inspirado, le agrego un poco de crema chantilly o una cereza para coronar.

Y listo: un postre que combina lo crujiente, lo cremoso, lo tibio y lo helado en cada bocado. ¡No hay nada mejor que esto!»

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