Cuando las estrellas explotan y la Tierra cambia: la supernova que pudo haber alterado la vida en el lago Tanganyika
Hace entre 2 y 3 millones de años, una supernova podría haber provocado mutaciones en la Tierra. Un estudio sugiere que la radiación de esa explosión estelar coincidió con una diversificación viral en el lago Tanganyika, revelando cómo eventos cósmicos pueden influir en la evolución de la vida terrestre.

Ilustración de la onda expansiva de rayos X de una supernova. (Crédito: NASA/CXC/M. Weiss)
Aislado entre las montañas del Gran Valle del Rift en África Oriental, el lago Tanganyika no solo es uno de los cuerpos de agua más imponentes del planeta, sino también un inesperado protagonista de una historia cósmica. Con sus más de 640 kilómetros de longitud, es el lago más profundo de África y contiene aproximadamente el 16% del agua dulce del mundo. Sin embargo, hace entre dos y tres millones de años, algo más que sus profundidades llamó la atención de la ciencia: una explosión masiva de diversidad viral que afectó a los peces que habitan sus aguas. ¿La causa? Una supernova distante que pudo haber dejado su huella en la Tierra.
Un equipo de investigación de la Universidad de California en Santa Cruz, liderado por Caitlyn Nojiri —una destacada estudiante de pregrado—, junto al profesor Enrico Ramirez-Ruiz y la investigadora postdoctoral Noémie Globus, exploró esta posible conexión. Su estudio, publicado en la Astrophysical Journal Letters el 15 de enero de 2024, propone que una supernova ocurrida hace 2,5 millones de años pudo haber provocado un aumento en la radiación que alcanzó nuestro planeta, con consecuencias que trascendieron hasta las aguas del lago africano.
El hierro interestelar como testigo del pasado
La clave de esta investigación radica en el análisis de isótopos de hierro, particularmente del hierro-60, un elemento radiactivo que se genera en las explosiones estelares. Estudiando sedimentos del fondo marino, los científicos determinaron que este hierro llegó a la Tierra en dos oleadas: una hace 6,5 millones de años y otra, más reciente, entre 2 y 3 millones de años atrás. La primera coincidió con la entrada de nuestro sistema solar en la llamada “Burbuja Local” —una vasta región del espacio enriquecida con polvo de estrellas—, mientras que la segunda oleada fue atribuida a la explosión de una estrella vecina.
Según las simulaciones del equipo, la supernova bombardeó la Tierra con rayos cósmicos durante aproximadamente 100.000 años. Esta prolongada exposición a la radiación pudo haber sido suficiente para romper hebras de ADN en organismos vivos, un factor potencialmente crucial para la evolución biológica.
¿Un vínculo entre el cosmos y la vida acuática?
Mientras investigaban, los autores del estudio encontraron otra curiosidad: investigaciones paralelas habían registrado una notable diversificación de virus que infectan a los peces del lago Tanganyika durante ese mismo período. Aunque los científicos no pueden afirmar con certeza que la supernova haya sido la causa directa de esta explosión viral, la coincidencia temporal abre un intrigante campo de hipótesis.
La radiación cósmica es conocida por su capacidad para inducir mutaciones genéticas. Si bien estos cambios pueden ser devastadores, también pueden actuar como catalizadores evolutivos, promoviendo la adaptación y la aparición de nuevas especies. ¿Podría un fenómeno ocurrido a años luz de distancia haber reescrito, al menos en parte, la historia evolutiva de los organismos acuáticos del lago Tanganyika?
Ciencia y diversidad: un motor para nuevas perspectivas

Más allá de los descubrimientos científicos, la historia detrás del estudio también es inspiradora. Caitlyn Nojiri, quien inicialmente no planeaba dedicarse a la astronomía, encontró en la UC Santa Cruz y en programas de apoyo a estudiantes de orígenes diversos una oportunidad para desarrollar su vocación. Impulsada por el profesor Ramírez-Ruiz y programas como UC LEADS y Lamat, Nojiri se convirtió en la primera estudiante de pregrado de su universidad en ser invitada a dar una charla en el Centro de Cosmología y Física de Astropartículas de la Universidad Estatal de Ohio.
Esta investigación no solo expande nuestra comprensión del cosmos y su impacto en la Tierra, sino que también subraya la importancia de la diversidad en la ciencia. Como señala Ramírez-Ruiz: “Personas de diferentes ámbitos de la vida aportan distintas perspectivas, lo que permite resolver problemas de maneras novedosas”.
Cuando el universo deja su huella
La posibilidad de que una supernova haya alterado la biodiversidad en un lago africano hace millones de años nos recuerda lo profundamente conectados que estamos con el universo. Cada átomo de nuestro planeta ha sido testigo de fenómenos cósmicos que, aunque parezcan distantes, pueden influir en la evolución de la vida tal como la conocemos. Así, el hierro-60 encontrado en los sedimentos oceánicos no es solo un residuo interestelar, sino una suerte de firma estelar que nos cuenta cómo el cosmos, a veces, interviene en la historia terrestre.
Y mientras la ciencia sigue buscando respuestas entre las estrellas, queda la reflexión: quizás no somos meros espectadores del universo, sino partícipes de una red de conexiones tan vasta como misteriosa.
Fuente: https://news.ucsc.edu/2025/02/supernova-radiation-evolution.html