Teléfonos inteligentes: ¿una contribución inadvertida a los desastres naturales?
La producción y el uso de teléfonos inteligentes contribuyen significativamente al cambio climático, según expertos. Desde su fabricación hasta su desecho, generan emisiones masivas de CO2 y residuos tóxicos. Este impacto ambiental alimenta fenómenos extremos, como huracanes, instando a los usuarios a optar por prácticas más sostenibles y responsables con el planeta.
Este año, las costas del sureste de Estados Unidos fueron escenario de devastadores huracanes que dejaron cientos de muertos y millones de damnificados. Según expertos consultados por Daily Mail, la producción y el uso de teléfonos inteligentes podrían estar indirectamente relacionados con estos fenómenos, debido a su impacto ambiental en términos de emisiones de gases de efecto invernadero.
Un vínculo inesperado
Ravi Sawhney, director general de la consultora global RKS Design, señala que cada etapa de la producción de un teléfono móvil demanda grandes cantidades de energía, contribuyendo significativamente a las emisiones de dióxido de carbono (CO2). Este gas es un reconocido acelerador del cambio climático, un factor clave en el aumento de la frecuencia e intensidad de los eventos meteorológicos extremos.
Además, Sawhney advierte sobre el crecimiento exponencial del ecosistema tecnológico: teléfonos más avanzados y el aumento del uso de centros de datos requieren cada vez más electricidad, mayoritariamente generada por combustibles fósiles. Esto alimenta un círculo vicioso de calentamiento global y fenómenos extremos como los huracanes Helene y Milton, que este año dejaron más de 190 muertos y millones sin electricidad en Estados Unidos.
Impacto ambiental de los smartphones
La producción de un teléfono inteligente implica la extracción y procesamiento de unos 70 kilos de recursos naturales, actividades que generan importantes emisiones de carbono. Según Daily Mail, la industria de los smartphones produce 580 millones de toneladas de CO2 al año, superando en casi 100 millones de toneladas a la industria de la aviación.
Pero el problema no termina con su fabricación. Según Nirav Chheda, director de Bambi NEMT, el uso cotidiano de teléfonos también incrementa el consumo energético: cargar los dispositivos, realizar llamadas, enviar mensajes o transmitir contenido dependen de redes eléctricas aún dominadas por combustibles fósiles.
Por último, los desechos electrónicos derivados de los teléfonos representan un desafío ambiental alarmante. La falta de reciclaje adecuado, sumada a la toxicidad de los materiales utilizados, provoca filtraciones de sustancias nocivas al medio ambiente.
¿Qué podemos hacer como usuarios?
El impacto de los teléfonos inteligentes sobre el clima no es irrelevante. Aunque no exista un vínculo directo e inmediato, su producción y uso contribuyen al cambio climático, un factor cada vez más presente en desastres naturales como los huracanes.
Como consumidores, podemos tomar medidas para mitigar este impacto:
- Prolongar la vida útil de los dispositivos.
- Adquirir teléfonos reacondicionados.
- Reciclar adecuadamente los celulares viejos.
- Optar por marcas comprometidas con prácticas sostenibles.
La tecnología es parte esencial de nuestras vidas, pero también de nuestro futuro. Ser conscientes del impacto ambiental de los dispositivos que utilizamos es un primer paso para reducir nuestra huella de carbono y evitar consecuencias aún más graves en los próximos años.