La paradoja del litio: entre el avance tecnológico y la devastación ambiental en el norte de Argentina
La explotación de litio en el norte de Argentina, impulsada por políticas de inversión, ha devastado el ecosistema del río Trapiche en el Salar del Hombre Muerto. Mientras el «avance» tecnológico prospera, comunidades locales denuncian la destrucción ambiental, temiendo que otros ríos también desaparezcan en la fiebre por el «oro blanco».
La fiebre por el litio, motor clave de la tecnología moderna, está dejando huellas profundas en los ecosistemas del norte argentino, especialmente en el Salar del Hombre Muerto. Según una investigación llevada a cabo por el medio argentino Ruido junto con el Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP) y otros colaboradores internacionales, el impacto ambiental se ha vuelto innegable. Las «manchas negras de vegetación muerta» en el río Trapiche, hasta hace pocos años un curso vital de agua en la región, muestran un panorama desolador. El río, seco ahora, era hogar de diversas especies que hoy ven su existencia amenazada, como vicuñas, pumas, y flamencos, y daba sustento a familias que dependían de sus aguas para la cría de ovejas y llamas.
Este desastre ambiental se atribuye a la minera estadounidense Arcadium Lithium (anteriormente Livent), que ha operado durante 25 años en la región. Alfredo Morales, un activista de la organización Atacameños del Altiplano, relata cómo la sequía del río obligó a varias familias locales a abandonar sus tierras y su estilo de vida. Para ellos, la expansión minera bajo la administración de Javier Milei plantea una amenaza latente: el arroyo Los Patos, otro afluente esencial, corre el riesgo de correr la misma suerte si no se implementan medidas preventivas.
El triángulo del litio: catástrofes compartidas en la región andina
El impacto ambiental de la explotación de litio no es exclusivo de Argentina. Este mineral, altamente demandado para la producción de baterías, se encuentra en grandes reservas en la región del Triángulo del Litio, que abarca también a Bolivia y Chile, una zona que concentra más de la mitad de las reservas mundiales de litio. Situaciones similares a la del Salar del Hombre Muerto se replican en el Salar de Uyuni en Bolivia y el Salar de Atacama en Chile, donde los efectos de la minería alteran los ecosistemas y los modos de vida tradicionales.
A pesar de las advertencias y las evidencias de daños ambientales, Argentina sigue adelante con sus proyectos de expansión en la extracción del litio, incentivados por las políticas de apertura económica del nuevo gobierno. El Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI), impulsado por Milei, promueve proyectos con beneficios fiscales y financieros que aceleran el inicio de la producción y la transferencia de ganancias a las empresas extranjeras.
¿Progreso o destrucción?
Los beneficios económicos que trae la exportación de litio para Argentina son difíciles de ignorar: en 2023, las exportaciones de litio alcanzaron los 805 millones de dólares, representando el 15 % del total de exportaciones mineras del país. Sin embargo, esta bonanza tiene un alto costo para las comunidades locales y el medioambiente. «El litio significa avance tecnológico, pero es muerte a futuro», afirma Elizabeth Mamani, activista y esposa de Alfredo Morales. Esta tecnología avanza en detrimento de recursos naturales irremplazables, que son vitales para las comunidades y los ecosistemas de la región.
Futuro incierto: expansión minera y resistencia local
A medida que la producción de litio se expande, los proyectos en curso como el de Sal de Oro, entre Catamarca y Salta, prometen incrementar la producción nacional a niveles nunca antes vistos. La empresa Arcadium Lithium ya planea elevar su producción a 100,000 toneladas métricas para el final de la década, mientras comunidades locales y organizaciones como Atacameños del Altiplano buscan frenar esta expansión descontrolada. Recientemente, la Corte Suprema de Catamarca falló a favor de los residentes al reconocer los daños ambientales en el río Trapiche, ordenando una pausa en los proyectos sobre el arroyo Los Patos hasta garantizar su preservación.
El futuro del litio en Argentina sigue siendo una cuestión cargada de tensiones. Aunque el mercado global sigue demandando este mineral estratégico, la pregunta que queda es: ¿hasta qué punto vale la pena sacrificar el patrimonio natural y cultural del norte argentino por el «oro blanco» del siglo XXI? La respuesta dependerá de la capacidad de las políticas de inversión de equilibrarse con la preservación ambiental, y del compromiso del país con las comunidades y sus ecosistemas únicos.