La Fábula del Gran Partido por los Derechos de los Animales (En vivo desde el Coliseo del Planeta Tierra)

En el Gran Partido por los Derechos de los Animales, los Humanos devastan con derrames y caza, mientras delfines y elefantes luchan por resistir. La cancha, un planeta en crisis, desaparece bajo sus patas. Pero un niño grita «¡Basta ya!» y la chispa de cambio ilumina un nuevo juego.

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Era un día crucial en el Coliseo del Planeta Tierra. En el centro, dos equipos enfrentados: Los Humanos Devastadores y Los Animales Resilientes. En las tribunas, el público humano observaba distraído, la mayoría con los ojos clavados en sus celulares, mientras los animales miraban con mezcla de esperanza y resignación. Al borde de la cancha, los comentaristas Rafa Rugido y Lola Plumífera afinaban sus micrófonos.


Los Comentaristas

Rafa Rugido (comentarista):
¡Bienvenidos, damas, caballeros y criaturas de todas las especies! Hoy seremos testigos de una batalla épica… o, más bien, de una masacre lenta y burocrática. ¿Listos para sufrir con nosotros?

Lola Plumífera (comentarista):
Así es, Rafa. En el lado de los Humanos, los vemos calentando motores con sus jugadas clásicas: desmontes ilegales, plásticos indiscriminados y el siempre confiable cambio climático. Mientras tanto, Los Animales Resilientes… bueno, ahí están, afilando sus colmillos, limpiando sus alas y buscando comida donde ya no hay.


Inicia la competencia

El árbitro, un ave dodo espectral, sopló un silbato inexistente. Arrancaba el juego.

En el primer minuto, Los Humanos Devastadores lanzaron un ataque rápido: un derrame petrolero en el mar. Un albatros quedó empapado de petróleo, luchando por despegarse el líquido viscoso de sus alas.

Rafa:
¡Y ahí lo tienen! ¡El ataque petrolero deja al albatros fuera de juego!

Lola:
Es un golpe bajo, Rafa. ¡Ese pájaro estaba a punto de migrar 10.000 kilómetros para salvar a su especie! Pero claro, a los Humanos eso les importa menos que la última tendencia en TikTok.

Mientras el albatros era retirado en camilla, un grupo de delfines se coordinaba en el fondo marino. Con movimientos elegantes, empujaban los desechos plásticos lejos de los arrecifes, tratando de salvar su hogar.

Lola:
¡Qué belleza de jugada cooperativa! Estos delfines sí que entienden el concepto de «equipo». Tal vez podrían darles una clase a los Humanos, pero me temo que esos jugadores están más ocupados inventando nuevos errores.


En la sabana africana, Los Humanos Devastadores desplegaron su próxima ofensiva: caza furtiva. Un elefante anciano, conocido como Tuskón entre sus pares, lideró una retirada estratégica, usando su trompa para proteger a los más jóvenes mientras las balas silbaban cerca.

Rafa:
¡Tuskón con una defensa heroica! Este paquidermo tiene más liderazgo que muchos políticos.

Lola:
Pero mira allá, Rafa. ¡Los Humanos lanzan drones para localizar a los elefantes desde el aire! ¿Será que están jugando con trucos?

Rafa:
Eso, Lola, no son trucos. Se llama «corrupción en tiempo real».


De vuelta en el Ártico, la cancha de hielo comenzó a derretirse rápidamente bajo los efectos del cambio climático. Un oso polar intentó saltar de un bloque a otro, pero cayó al agua, exhausto. Un pingüino emperador le lanzó un pez como gesto solidario, antes de que ambos quedaran atrapados en un charco más que un océano.

Lola:
Rafa, esto es lo más triste que he visto en mi vida. ¡Los Resilientes están jugando en una cancha que literalmente desaparece bajo sus patas!

Rafa:
Y ahí está la hinchada humana, sacándose selfies mientras comen sushi envuelto en plástico. ¿Ironía? No, esto es el colmo del descaro.


De repente, en una jugada inesperada, un grupo de hormigas irrumpió en el campo con su propia estrategia. En perfecta coordinación, comenzaron a recoger migajas de conciencia humana. Una tras otra, las llevaron a un pequeño montículo donde, milagrosamente, empezó a formarse una chispa de cambio.

Lola:
¡Rafa, lo están haciendo! ¡Las hormigas han logrado algo que parecía imposible: despertar pequeñas acciones humanas!

Rafa:
Es impresionante, Lola. ¡Si esos humanos siguen este ejemplo, tal vez todavía quede esperanza para este partido!


Final del partido

El árbitro dodo sopló su silbato por última vez. El marcador mostraba Planeta en Crisis 10 – Ecosistemas 0, pero algo en las tribunas cambió. Un niño humano soltó su bolsa de snacks y se puso de pie, gritando: «¡Basta ya!» Otros lo imitaron.

Lola:
Rafa, ¿ves eso? ¡Parece que algunos humanos están reaccionando! Tal vez, después de todo, La Conciencia Humana decida unirse al juego.

Rafa:
Esperemos que sea pronto, Lola. Porque, si seguimos así, no quedará cancha, jugadores ni planeta para el próximo partido.

Y así, queridos lectores, terminó otro capítulo absurdo y desgarrador en el Gran Partido de los Derechos de los Animales. Pero el juego aún no termina. ¿Qué jugada harás tú mañana?

A veces, incluso las criaturas más pequeñas, como las hormigas, pueden despertar un cambio. Pero el verdadero partido se gana cuando tú decides dejar de ser espectador.

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