3 de mayo: Día Mundial de la Libertad de Prensa
La libertad de prensa no se celebra, se defiende. Hoy recordamos que el periodismo independiente, plural y valiente sigue siendo un pilar de la democracia… y un riesgo en muchas partes del mundo.
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¿Celebración o recordatorio incómodo?
Cada 3 de mayo, los medios, las instituciones y las organizaciones internacionales se saludan entre sí con una sonrisa algo cínica, repiten el eslogan de la UNESCO y publican frases bienintencionadas sobre la importancia de la libertad de prensa. Pero… ¿realmente hay algo para festejar?
Libertad, pero… ¿para quién?
La fecha fue proclamada por la ONU en 1993, en conmemoración de la Declaración de Windhoek, redactada por periodistas africanos que, en pleno proceso de democratización, reclamaban un periodismo libre, pluralista e independiente. Suena noble, ¿no? Lo es. Pero a más de 30 años, la libertad de prensa sigue siendo una lucha diaria, no una conquista consolidada.
En muchos países, ser periodista es una profesión de alto riesgo: censura, amenazas, encarcelamientos, desapariciones forzadas y asesinatos. Según Reporteros Sin Fronteras, en 2024 se registraron más de 500 periodistas presos y decenas fueron asesinados por su labor. La mayoría de estos crímenes quedan impunes. ¿Eso es libertad?
Cuando la censura no parece censura
En los países donde no hay censura “formal”, como muchos de los que se llaman democracias plenas, la presión toma otras formas: concentración mediática, pauta oficial como premio o castigo, desinformación organizada, precarización laboral que convierte al periodista en un operador de contenido más que en un buscador de la verdad.
¿Y qué hay de los algoritmos? Hoy, gran parte del acceso a la información está mediado por plataformas digitales cuyos intereses no son éticos ni periodísticos, sino económicos. Si no pagás, no existís. Si no caés bien al algoritmo, no llegás. Si te salís del molde, te silencia la burbuja.
Libertad de prensa… ¿o libertad de empresa?
Es crucial diferenciar entre libertad de prensa y libertad de empresa. La primera es un derecho humano: implica garantizar el acceso libre a la información, proteger a los periodistas y promover la pluralidad de voces. La segunda es la libertad de los grandes grupos mediáticos para hacer negocios, muchas veces disfrazados de “periodismo objetivo”.
La concentración de medios es uno de los mayores enemigos de la libertad de prensa en América Latina. Y eso afecta directamente la calidad democrática. No hay ciudadanía informada sin diversidad de narrativas, sin medios comunitarios, sin periodistas independientes, sin voces disidentes.
Entonces, ¿qué hacemos con este día?
No alcanza con colgar un banner conmemorativo. El Día Mundial de la Libertad de Prensa tiene que ser un llamado de atención, una oportunidad para reflexionar sobre el estado real del periodismo en cada país, para exigir garantías y condiciones laborales dignas, para promover medios alternativos y comunitarios, para dejar de confundir “libertad de expresión” con “libertad de manipulación”.
Celebrar la libertad de prensa es defenderla activamente. No se hace solo desde las redacciones, sino también desde las aulas, las redes sociales, las radios barriales y cada espacio donde una persona se anima a buscar y compartir la verdad, aún sabiendo que a veces eso incomoda.
📻 Desde PAD Plataforma, abrazamos esa incomodidad. Y seguimos apostando por un periodismo libre, creativo, comprometido, crítico y con identidad. Porque la libertad no se celebra: se ejerce.
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